Recuerdo bien la noche bajo la que contamos una a una cada estrella, tú contaste más de cien y yo sólo alcance a contar cincuenta, pero te creí para que las restantes se develaran a mis ojos, y así sucedió. Te creo porque te pareces a mí, siempre he pensado que eres mi otra parte; la mitad perdida en la turbulencia, mi otro yo condenado al ruido de esa ciudad llena de rincones obscuros y absurdos, donde los andares son a prisa y la mirada es ciega; donde el oído no se escucha y la boca no se muerde. Te creo porque soy tu yo alterno, tu ser negado: tu no-ser, donde siempre te encuentras pleno, donde naces y mueres, mueres y naces; siempre tan mortal encarnando inmortalidad. Tú lo sabes bien porque lo sé yo y eso es suficiente. No lo olvido porque lo decías en cada carta, en cada mirada enviada por las noches, en cada cuerpo que llenaba los vacíos de mi espacio, en cada tarde sobre alcohol que llenaba tus ojos y mis manos; lo decías con tan buenas palabras que no lo olvido aunque finja hacerlo. No creas que olvide el secreto, siempre miento, siempre simulo que no lo sé para no quererte más; soy buena para actuar con indiferencia, me sale tan natural que hasta yo me creo, pero es sólo el papel que mejor he estudiado, el que mejor me aprendí. Tú no sabes que te cuento en silencio toda mi vida, todas mis historias de ensueño, toda mi realidad negada, todo lo que hay fuera y dentro de mí; tú no lo sabes porque hace tiempo que dejaste de escribir y eso me dolió tanto, que yo también deje de hacerlo sólo por mero orgullo, sé que es absurdo, y sé que es tonto, pero fue para mí símbolo de rompimiento del secreto que fuimos y somos, y seremos. Pero lo sabes, pero disimulas igual que yo, pues al final somos uno, lo sabes porque cada vez que uso los cuadros de colores, cada vez que suspiro frente a esta fotografía, cada vez que re-leo y re-leo tus letras y guardo con celo mi más grande recuerdo en la bolsa del sur: sientes sobre tu carne mis dibujos y sobre tus labios mi suspiro, sé que la letra que leo es mi letra leída por ti y sé que te sientes encerrado entre hilos de lana, te sabes envuelto en ellos y así te quedas quieto, callado, junto a mí, esperando el crepúsculo para luego ir a dormir.