9.15.2008

Entre pestañas

La música espantaba al ojo que curioseaba el espacio. El ojo, visionario implacable no dejó cualquier intento por descubrir el misterio escondido en los cuerpos móviles que se paseaban y pavoneaban sobre las aceras húmedas, llenas de viejas hojas otoñales que caían sin vértigo sobre el escenario carente de sol.
Y así pasó toda la noche, sobre la ventana del tercer piso el ojo miraba, miraba, miraba la expansión de su cuerpo sobre el todo.

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