Los días pasan sin poder decir algo. Las palabras se acaban, pero no los motivos. Las horas se consumen despacio y sin ruido; no dejan segundo olvidado en algún rincón actual o esquina sin interes. Todo lo vive, todo se lleva. Qué nos queda. Sólo su recuerdo. Sólo la satisfacción de protagonisar ese corto momento.
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