El aire frío de la madrugada entume los dedos y de por sí que escribir se me ha vuelto difícil, más difícil ahora. Los ojos se me cierran, pero no de cansancio sino de tanta ausencia; de tanta su ausencia y de tanto su silencio. Chale! pensé que todo había terminado y no hablo de él, sino de él.
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