CANTOS A BERENICE
(
Fragmento)
¡Imágenes falaces! ¡Laberintos erróneos los sentidos!
¡Anagramas intransferibles para nombrar la múltiple y exigua realidad!
Cada cuerpo cerrado en su Babel sin traducción desde su nacimiento.
Tú también en el centro de un horizonte impar, pequeño y desmedido.
¿Cómo era tu visión?
¿Era azul el jardín y la noche el bostezo fosforescente de una iguana?
¿Tenía una altura de aves migratorias mis zapatos?
¿Los zócalos comunicaban con andenes secretos que llevaban al mar?
¿La música que oías era una aureola blanca semejante a un incendio en el edén de los niños perdidos en el bosque?
¿O era el susurro de galaxias perfumadas en la boca del viento?
¿Bebían de tu respiración la esponja palpitante y el insaciable pan?
¿Había en cada mueble un rehén sideral cuyos huesos crujían por volver a vivir?
¿Cada objeto era un ídolo increíble que reclamaba su óbolo, su cucaracha de aceite luminoso desde el amanecer?
¿Olfateabas la luna en la cebolla y la tormenta en el espejo?
¿Crecían entre tú y yo inmensos universos transparentes?
¿El mundo era una fiesta de polillas ebrias adentro de una nuez?
¿O era una esfera oscura que encerraba sucesivas esferas hasta el fin,
allí, donde estabas soñando con crecientes esferas como cielos para tu soledad?
¡Inútil cuestionario!
Las preguntas se inscriben como tu dentellada en el alfabeto de la selva.
Las respuestas se pierden como tus pasos de algodón en los panteones del recuerdo.